Mírame
A toi et tes papillons
-Mírame –me dijo.
-No quiero.
-¿No te gusto?
-Me gustas mucho.
-Entonces, mírame –repitió mientras su boca dibujaba un mohín de disgusto.
-No quiero mirarte.
-¿Soy fea?
-Eres bella como…
-¿Como una sirena? ¿Cómo una princesa? –preguntó ella con
voz delicada y
temblorosa.
-Más que eso. Como una diosa –afirmé rotundo.
-¡Pues mírame!
-No quiero mirarte.
Ella dejó entonces que hablaran sus ojos con tristeza.
Por sus mejillas resbalaron dos lágrimas que sequé con mis
labios.
-Dime porqué no quieres mirarme –suplicó.
De nuevo bebí su llanto dulce.
-Porque si te miro, como quiero mirarte, tendría que darte mis ojos para que los
guardases.
Pues no encontraría razón para ver nada más, ni a nadie.
Ella sonrió.
-Entonces mírame sin miedo y guarda tus ojos y sigue mirando
todo lo que te resulte
hermoso.
-Yo me conformo –siguió ella con dulzura- con que cuando te
diga: mírame, me mires.
Tito.
Comentarios